El acceso fiable a las fuentes de agua segura para tareas de higiene y limpieza es extremadamente importante para evitar la propagación de la COVID-19. En el Manual Esfera, se recomiendan al menos 15 litros diarios por persona para beber y para la higiene doméstica. En este resumen, se brindan volúmenes aproximados de agua requeridos para usos no domésticos en situaciones de emergencia (p. ej.: 100 litros por sala de aislamiento para un paciente con SARS). Una sola sesión de lavado de manos podría requerir entre 0,2 y 2 litros de agua, aunque hay algunos datos científicos que indican una relación entre volúmenes más grandes y un mayor grado de eliminación de virus.
En los lugares sin suministro de agua segura y confiable, se deberían tomar medidas para incrementar el acceso. Las soluciones inmediatas o de corto plazo incluyen la movilización de camiones cisterna de agua y la construcción de nuevos pozos perforados protegidos. Cuando sea posible, extender las redes existentes de distribución de agua puede ayudar a incrementar el acceso.
Debido a la pandemia, muchos edificios han estado cerrados temporariamente durante semanas o meses, lo cual produjo el estancamiento del agua sin usar en las tuberías de distribución. Es posible que se deteriore la calidad química y microbiológica de esta agua con el paso del tiempo. Antes de volver a abrir sus puertas, cada edificio debería garantizar que se haya purgado por completo su sistema de suministro de agua y que se haya rellenado con agua fresca. Los sistemas de agua caliente deberían mantenerse a 60°C o más (temperatura de circulación: 50°C) y los sistemas de agua fría a 25°C o menos para limitar el riesgo microbiológico. Quizás se deba tratar el agua almacenada in situ durante el cierre de los edificios antes de usarla. Analizar la calidad del agua antes de volver a ocupar el edificio puede ayudar a garantizar que sea segura y cumpla con todas las normas nacionales relativas a la calidad del agua.
Los trabajadores que participan en la distribución y el tratamiento o en el incremento del acceso al agua deberían ser considerados esenciales y se les debería permitir continuar con su trabajo, incluso si se implementaran restricciones a la circulación. Los trabajadores deberían continuar cumpliendo con las precauciones estándar de seguridad, como usar equipos de protección personal adecuados, y deberían recibir capacitación sobre medidas generales de prevención de la COVID-19, como el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado frecuente de manos. Se debería alentar a los trabajadores a que se queden en su casa si ellos o alguna de las personas con quien conviven están enfermos para evitar que se transmita el virus a otras personas en el trabajo. Debido al riesgo bajo de transmisión a partir del agua, no es necesario tomar otras medidas de seguridad relacionadas con la COVID-19. Dado que el acceso al agua es tan fundamental, los proveedores del servicio de agua y las plantas de tratamiento deberían tener planes de contingencia a fin de garantizar que no se interrumpan los servicios de agua. Estos planes podrían incluir asegurarse que haya una cantidad adecuada de miembros del personal capacitados para operar y mantener las instalaciones, las redes de distribución y otros tipo de infraestructura, contar con existencias de artículos necesarios (para el tratamiento del agua, el monitoreo de la calidad del agua y el mantenimiento de la infraestructura) y asegurarse de poder remediar rápidamente la ruptura de la cadena de suministro.
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Notas sobre revisión académica
Redactado por: Jackie Knee
Revisado por: Tom Heath, Robert Dreibelbis, Oliver Cumming, Karin Gallandat, Kate Medlicott
Última actualización: 13/08/2020