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Sostenibilidad
Preguntas frecuentes: Economía de los programas de higiene
¿Cómo calculan los analistas el retorno de la inversión en intervenciones de salud pública?
¿Cómo calculan los analistas el retorno de la inversión en intervenciones de salud pública?
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Escrito por Ian Ross
Actualizado hace más de una semana

Abogar por más financiación para la higiene puede estar respaldado por comunicación clara sobre el retorno de la inversión de los programas de higiene. Se pueden usar dos tipos de estudio para ello: el análisis de costo-beneficio (ACB) y el análisis de costo-efectividad (ACE). Se pueden usar estos análisis para abogar por más financiación para la higiene o para comparar opciones y diseños alternativos para los programas de higiene. Ambos requieren prestar más atención y hacer más hincapié en, por un lado, medir los costos y, por el otro, los efectos de los programas.

Análisis costo-beneficio: Este enfoque combina todos los beneficios o las consecuencias de un programa (p. ej.: tiempo ahorrado, reducción de enfermedades) y les asigna un valor monetario (p. ej.: en dólares estadounidenses o en otra moneda). Hay métodos usados comúnmente para asignarle un valor monetario a las vidas salvadas (reducción del riesgo de mortalidad), las muertes evitadas (morbilidad) y costos de salud evitados. En el ACB, los beneficios monetizados se comparan con el costo de una intervención y, posteriormente, se calcula una "razón beneficio-costo". Se puede pensar en esta razón como lo que obtenemos a cambio si invertimos $1 en el programa. Si la razón es mayor que 1, la intervención da más beneficios que los costos que tiene y es beneficiosa económicamente; dicha conclusión puede ayudar a dar motivos para invertir en ella. Así, el ACB puede ser útil para abogar por más financiación para la higiene, cuando los beneficios claramente son superiores a los costos. Además, se pueden comparar las razones beneficio-costo de distintos tipos de opciones de intervención, lo cual les permite a los encargados de tomar decisiones determinar cuál de las opciones es más eficiente, aunque se deberían tener en cuenta otros factores, como el capital, el tamaño relativo de los beneficios netos y la cantidad de beneficiarios alcanzados. Una razón para elegir el ACB es que a muchos encargados de tomar decisiones les resulta atractivo, en particular en los departamentos gubernamentales de planificación, entre ellos el Ministerio de Finanzas. Es el método de análisis económico más común fuera del sector de salud.

Análisis de costo-efectividad: Este enfoque compara los beneficios en materia de salud que se pueden obtener gracias a una intervención (p. ej.: casos de diarrea evitados o cantidad de muertes evitadas) con su costo. El ACE no monetiza estos beneficios sanitarios en dinero, sino que compara intervenciones basadas solamente en el costo relativo para lograr una medida específica de ganancia en salud. Algunos ejemplos de indicadores de salud que se usan para comparar intervenciones son el "costo por caso de diarrea evitado" y el "costo por muerte evitada". Algunos estudios de ACE usan una medida combinada de morbilidad y mortalidad, denominada "año de vida ajustado por discapacidad" (AVAD). Notablemente, a nivel de los efectos sanitarios, el ACE solo se usa en el sector de la salud (aunque se pueden hacer distintos cálculos de costo-efectividad en otros sectores, p. ej.: costo por tonelada de CO2 mitigado). A nivel de los productos/resultados, las métricas específicas sobre higiene pueden ser útiles, como el "costo por persona adicional que se lava las manos", aunque en sentido estricto esta es una métrica de costos en lugar de una métrica de costo-efectividad. Los resultados del ACE en sí (sin compararlos con otras intervenciones) son intuitivamente menos útiles que los del ACB para abogar por más financiación para un sector en general. Sin embargo, son importantes para destinar fondos eficientemente dentro de un sector.

Tanto el ACB como el ACE se pueden usar para comparar intervenciones de higiene. Cuál se considera más valioso, ya sea para planificar las intervenciones o abogar por más financiación, dependerá en última instancia de quiénes son los destinatarios. El ACE podría tener más tracción con el Ministerio de Salud, por ejemplo, o dentro de una organización que está dedicada a diseñar programas de higiene pero intenta elegir entre distintos diseños. A otros sectores o al Ministerio de Financias probablemente les resulte más útil el ACB porque permite hacer comparaciones más generales.

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Notas sobre revisión académica

Redactado por: Ian Ross
Revisado por: Marc Jeuland, Guy Hutton, Robin Lloyd
Última actualización: 15/12/2020

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