Otros servicios de salud fundamentales pueden verse afectados, lo cual hace que las mujeres se enfrenten a un riesgo desproporcionado.

Los fondos del área de salud durante las crisis suelen priorizarse para satisfacer el incremento urgente de las necesidades críticas y, en consecuencia, otros servicios de salud importantes pueden verse afectados. El miedo en las comunidades y el distanciamiento físico también puede hacer que las personas estén menos dispuestas a acceder a la atención médica por otros motivos. La salud sexual y reproductiva, la atención materna y neonatal y los programas de vacunación son algunos de los servicios clave de salud que suelen verse afectados durante los brotes epidémicos y eso, en general, impacta a largo plazo en la salud de las mujeres y los niños.

La gestión de la higiene menstrual también puede verse afectada en este momento. En algunos entornos, vemos que las mujeres están comprando productos sanitarios compulsivamente por pánico, lo cual hace que muchas otras tengan acceso limitado. En otros entornos, es posible que el impacto económico de la COVID-19 implique que las mujeres y las niñas ahora tienen menos capacidad de costear los productos de higiene menstrual. En los lugares donde hay estigmas y tabúes en torno de la menstruación, es posible que haya riesgo de que estas barreras no se informen ni se traten.

Las mujeres también tienen más probabilidad que los hombres de tener una discapacidad y las personas con discapacidad suelen tener peor acceso a la atención médica y peor evolución que las personas sin discapacidad. Los impedimentos para acceder a la atención médica en las mujeres con discapacidad suelen ser más marcados que en los hombres. Es probable que se exacerben las desigualdades existentes en momentos como este, cuando los sistemas de salud están exigidos.

Redactado por: Sian White

Revisado por: Jane Wilbur, Bethany Caruso, Pryia Nath, Chelsea Huggett

Última actualización: 11/5/2020