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¿Por qué los programas deberían adaptarse y fortalecerse en función de las experiencias con brotes epidémicos de enfermedades?
¿Por qué los programas deberían adaptarse y fortalecerse en función de las experiencias con brotes epidémicos de enfermedades?
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Escrito por Peter Winch
Actualizado hace más de un año

En este recurso, describimos algunos de los motivos por los que todos los programas contra enfermedades deben incorporar mecanismos que permitan la adaptación. Aunque este recurso se ha elaborado con la COVID-19, los principios pueden aplicarse a las respuestas a una serie de enfermedades infecciosas.

El diseño de programas adaptables posibilita que los programas sean más eficaces y respondan mejor a las necesidades locales.

El diseño de programas adaptables mejora los programas existentes modificándolos, según sea necesario, en respuesta a contextos cambiantes. Si los programas se adaptan para reflejar las realidades locales, es más probable que los programas de salud pública y de agua, saneamiento e higiene (water, sanitation and hygiene, WASH) sigan siendo importantes. El diseño de programas adaptables es importante sobre todo cuando se amplían los programas, a fin de garantizar que continúen logrando un cambio de hábitos en la población destinataria. Por lo tanto, se considera una buena práctica adaptar los programas a lo largo de la implementación. El diseño de programas adaptables también es importante si se están haciendo tareas de apoyo o trabajando con políticas.

La naturaleza dinámica de la transmisión de enfermedades y los cambios en los datos científicos requieren una adaptación constante.

Cada país experimenta los brotes epidémicos de enfermedades infecciosas de forma diferente, por lo que las respuestas varían en las distintas partes del mundo e incluso dentro de un mismo país. Por ejemplo, en algunos entornos, los casos y las muertes por COVID-19 siguen aumentando de forma pronunciada, mientras que en otros están disminuyendo. También hay muchos países donde se estabilizó o redujo inicialmente la cantidad de casos nuevos, pero después llegaron olas de casos de enfermedad y muertes. En el siguiente gráfico se muestra cómo ha variado el contagio en los distintos continentes.

Distribución de casos de COVID-19 en todo el mundo entre enero de 2020 y octubre de 2022. Fuente: The New York Times

Las repercusiones económicas y sociales provocadas por la COVID-19 también fueron diferentes según el país e influyeron, sin lugar a dudas, en las decisiones sobre políticas que adoptaron los gobiernos nacionales. Durante toda la pandemia, las organizaciones tuvieron que adaptar periódicamente sus programas debido a los cambios en el contagio, las políticas y la percepción social.

A medida que aumenta nuestro conocimiento sobre un brote epidémico de una enfermedad, los programas de prevención tienen que adaptarse.

Entre enero y octubre de 2020, se redactaron más de 60 000 publicaciones académicas sobre la COVID-19. El ritmo de aprendizaje sobre este patógeno nuevo ha sido inédito y a los profesionales les ha resultado difícil seguirle el paso.

Datos de LitCovid que muestran la cantidad de publicaciones académicas sobre la COVID-19 por semana. Fuente: NCBI

Las recomendaciones sobre conductas de prevención han cambiado con el paso del tiempo, a medida que se conocían más datos sobre la COVID-19. Por ejemplo, en una fase temprana de la respuesta, muchos países dudaron en recomendar el uso de mascarilla en la población general. Sin embargo, a medida que fuimos comprendiendo mejor cómo se transmitía la COVID-19 y surgieron más investigaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el uso de mascarilla y, desde ese momento, este elemento ha sido vital en la respuesta a la COVID-19 de la mayoría de las naciones. En cambio, en las primeras etapas de la pandemia, muchos países analizaron el uso de la pulverización con desinfectantes a gran escala, pero se desistió porque es improbable que sea un método eficaz y puede representar riesgos para la integridad física. En un principio, se recomendaron otras medidas de prevención, como el lavado de manos con jabón y el uso de alcohol en gel, que se adoptaron en todo el mundo y continúan considerándose fundamental para frenar el contagio. Por consiguiente, en ocasiones las organizaciones han tenido que adaptar su estrategia y promover la adopción de otros hábitos en la población destinataria.

La adaptación es necesaria para pasar de la fase aguda de la respuesta a las acciones a largo plazo.

El diseño de programas contra la enfermedad debe adaptarse en esta transición desde la fase de respuesta aguda y urgente hasta una modalidad de respuesta más a largo plazo. Por ejemplo, al entrar en esta etapa de "convivencia con la COVID-19", el programa debe tener en cuenta y basarse en la sostenibilidad y el cambio de políticas. Para ello tendremos que hacer lo siguiente:

  1. Zanjar parte de las brechas y las desigualdades que hacen que algunos grupos sean desproporcionadamente vulnerables a la COVID-19: las personas clínicamente vulnerables (como los ancianos y las personas con enfermedades preexistentes), las personas que viven y trabajan en entornos que hacen que corran más riesgo de exponerse a la COVID-19 (como: zonas densamente pobladas), las personas que tienen más probabilidad de sufrir un efecto socioeconómico secundario grave (como las personas que viven en la pobreza o que trabajan en el sector informal de la economía), las personas que no tienen acceso a la infraestructura de WASH, las personas que tienen menor acceso a los servicios de salud o servicios críticos y las poblaciones afectadas por la crisis.

  2. Desarrollar resiliencia contra brotes epidémicos futuros y reducir la carga que representan las problemáticas crónicas en materia de salud pública, como las enfermedades diarreicas.

  3. Mejorar y mantener sistemas eficaces de respuesta en salud pública a nivel nacional, institucional y comunitario.

  4. Seguir esforzándonos para alcanzar el objetivo de la OMS que consiste en lograr una cobertura de vacunación del 100 % para los trabajadores sanitarios y los adultos, y llegar a los grupos vulnerables. Esto incluye la administración de la primera y la segunda dosis de refuerzo, y la lucha contra la indecisión a la hora de vacunarse, cuando corresponda.

  5. Seguir fomentando las medidas preventivas no farmacéuticas, como el lavado de manos y el uso de mascarillas, en las zonas que experimentan brotes epidémicos o en las poblaciones vulnerables, como los asentamientos.

La adaptación es necesaria para superar el "cansancio" y hacer que los programas continúen siendo importantes.

Cuando las poblaciones conocen los aspectos básicos sobre la transmisión y la prevención de la enfermedad en cuestión, es importante cambiar el enfoque para evitar la desvinculación. Sin programas adaptables, hay riesgo de que la población destinataria se canse y ya no considere que los programas son apropiados para su vida y sus preocupaciones. Por ejemplo, el rastreador de percepciones de la comunidad de Oxfam documenta actitudes y preocupaciones de la comunidad con respecto a la COVID-19 en 9 países. La organización descubrió que muchos grupos están cansados de los programas que solo dan mensajes sobre la COVID-19, porque esta enfermedad es solo uno de los muchos problemas que tienen. Es necesario que haya adaptación constante y reiterada, y hacer uso de actividades innovadoras basadas en pruebas científicas. Es importante que las organizaciones conciban al cambio de hábitos como un proceso en lugar de un hecho aislado. En este sentido, miremos al sector privado a modo de inspiración. Muchas marcas reinventan su enfoque de marketing con frecuencia para garantizar que haya interés y demanda constante de sus productos. Por ejemplo, Coca-Cola ha mantenido aspectos centrales de su marca y, al mismo tiempo, ha lanzado una campaña de marketing nueva casi todos los años. Consulte este documento para leer reflexiones sobre los conocimientos adquiridos durante la crisis del Ébola en África Occidental, que incluye una sección sobre cómo evitar la confusión y el cansancio que generan los mensajes.

Adaptación para garantizar que los programas sean inclusivos.

A menudo, los programas de respuesta rápida durante la fase inicial de los brotes epidémicos pueden no ser inclusivos. Sin embargo, con tiempo, más datos y mejor comprensión de quién es vulnerable, los programas pueden adaptarse para subsanar dicho problema. Por ejemplo, los programas sobre COVID-19 y las estrategias nacionales se dirigen ahora con más frecuencia a subgrupos específicos de la población que están en riesgo; por ejemplo, se prioriza a los adultos y las personas con enfermedades preexistentes para los refuerzos de vacunas. Hoy en día, hay recursos dedicados a localizar a las poblaciones vulnerables y brindar más datos detallados para ayudar en la respuesta. En Kenia, la necesidad de que haya una respuesta más dirigida a la COVID-19 en las poblaciones de riesgo también ha impulsado la creación de índices nuevos para medir las múltiples dimensiones de la vulnerabilidad (p. ej.: social, epidemiológica) y aportar datos al programa. También se precisan datos más diversos para entender el punto de vista de los distintos subgrupos y la manera en que la pandemia podría haber afectado a las personas de distinta forma. Trabajar con grupos que representen a los grupos vulnerables (p. ej.: las organizaciones de personas con discapacidad) puede ser fundamental para desarrollar adaptaciones exitosas y aceptables de los programas.

El diseño de programas también debe abordar y confrontar la discriminación y la estigmatización que se observa en los esfuerzos de respuesta. El miedo que provocan los brotes epidémicos puede hacer que las personas culpen a grupos minoritarios mientras buscan explicaciones en medio de la incertidumbre. Esto puede hacer que se estigmatice injustamente a personas de determinadas edades, sexos, religiones, etnias, castas, entornos socioeconómicos o a quienes ejercen determinadas profesiones. El diseño de programas adaptables exige que los partícipes de la respuesta hagan un seguimiento riguroso de los mensajes transmitidos, las imágenes y los enfoques para procurar que no alimenten la discriminación inadvertidamente. Para obtener consejos sobre cómo desestigmatizar la comunicación sobre la viruela símica (monkeypox, mpox), consulte esta página de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC).

Cómo mantener a las comunidades informadas mientras se lleva adelante la adaptación

Se debería informar a las comunidades sobre los cambios en las políticas y en los programas para permitirles que hagan los cambios necesarios en sus vidas. La difusión de información debería ser habitual y concisa al destacar los hitos fundamentales de la evolución del brote epidémico y el efecto dominó que este genera en el diseño de programas. Por ejemplo, en Zambia, al comienzo de la pandemia, las directrices establecían que quienes tuvieran síntomas de COVID-19 se comunicaran con una línea telefónica de respuesta a la COVID-19 y no concurrieran a un centro de salud pública. Sin embargo, gracias a que ya transcurrió el tiempo y se reforzaron las medidas de prevención y diagnóstico en los centros de salud, las personas comenzaron a usar su centro de salud local para hacerse pruebas de detección de la enfermedad. Estos cambios y otros más que haya se deberían comunicar de forma oportuna, y las organizaciones coordinadoras deberían garantizar que los mensajes difundidos sean coherentes entre sí para evitar la desinformación o la incertidumbre innecesaria.

¿Desea leer más información sobre cómo fomentar una nueva generación de iniciativas eficaces de higiene elaboradas a partir de la experiencia con un brote epidémico?

Nota del editor

Autores: Elli Leontsini, Peter Winch y Anika Jain
Revisado por: Tracy Morse, Helen Hamilton, Dan Jones, Sian White, Jenala Chipungu
Última actualización: 04.01.21

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