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Informe resumido sobre la respuesta al COVID-19 en entornos rurales
Informe resumido sobre la respuesta al COVID-19 en entornos rurales
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Escrito por Katrina Charles
Actualizado hace más de un año

¿Supone el COVID-19 un riesgo para las zonas rurales?

El COVID-19 supone un riesgo para todas las personas.

La mayoría de los casos iniciales de COVID-19 se registraron en zonas urbanas. En muchos países, los casos iniciales fueron elevados en zonas urbanas debido a la llegada de viajeros internacionales. La transmisión inicial de COVID-19 también tubo lugar en zonas urbanas confinadas y densamente pobladas.

A medida que avanzaba la pandemia, observamos un aumento del número de casos de COVID-19 en las zonas rurales. La propagación de casos de las zonas urbanas a las rurales puede producirse con bastante rapidez, sobre todo cuando se imponen o levantan las condiciones de bloqueo. Por ejemplo, en la India, las medidas de bloqueo provocaron que muchas personas de las zonas urbanas regresaran repentinamente a sus pueblos de origen por diversas razones socioeconómicas, como la pérdida de oportunidades de empleo, el cierre de escuelas y universidades o para proporcionar apoyo social a sus familias. También se produjo una segunda oleada migratoria de las ciudades indias a las zonas rurales al levantarse las restricciones de movilidad. Los desplazamientos entre zonas urbanas y rurales en transportes abarrotados también aumentan el riesgo de exposición.

¿Qué podría aumentar la vulnerabilidad de las poblaciones rurales al COVID-19?

A continuación, destacamos algunos factores que pueden afectar a la gestión del COVID-19 en las zonas rurales:

Reducción del acceso a la asistencia sanitaria - Las personas que viven en zonas rurales pueden tener que desplazarse una mayor distancia para acceder a la asistencia sanitaria y es menos probable que tengan acceso a la atención hospitalaria de agudos o a personal sanitario especializado. La falta de acceso a la asistencia sanitaria puede dar lugar a que las personas enfermas de COVID-19 sean atendidas en casa. También es más probable que los centros sanitarios de las zonas rurales carezcan de acceso a equipos de protección individual (EPI) adecuados y a agua (en 2021, 1 de cada 3 centros sanitarios carecía de acceso a agua y jabón), lo que dificulta el lavado de manos adecuado, eficaz y frecuente por parte del personal sanitario, tal y como se recomienda para mantener un control eficaz de la prevención de infecciones (CIP) y frenar la propagación del virus. En los entornos sanitarios donde el agua escasea, la creciente demanda de agua puede dar lugar a su reutilización, lo que puede aumentar la transmisión cruzada de COVID-19 y otras infecciones asociadas a los hospitales.

Acceso a las pruebas de COVID-19 - El acceso limitado a la atención sanitaria puede agravar la limitación del acceso a las pruebas de COVID-19. En los países de ingresos altos, las zonas rurales tuvieron dificultades para ampliar las pruebas de COVID-19 a la escala y velocidad necesarias. Esto ha sido aún más notable en los países con ingresos bajos y medios (PIBM), donde las zonas rurales ya tienen un acceso limitado a los servicios sanitarios y donde es más difícil llegar a las regiones remotas. Esto significa que los casos iniciales en las zonas rurales no se detectan, lo que da lugar a una mayor transmisión y hace que se subestime la carga global de COVID-19 en las zonas rurales. Esta situación ha dificultado la detección y el tratamiento de los casos de COVID-19 en las zonas rurales. En muchos países se han realizado esfuerzos para mejorar la capacidad de las pruebas y los tiempos de procesamiento. Esto ha incluido la descentralización de las instalaciones de análisis y el análisis conjunto de múltiples muestras.

Poblaciones de edad avanzada - Hay muchos factores que aumentan el riesgo de sufrir consecuencias graves para la salud derivadas del COVID-19 (la discusión de los mismos se aborda en otro artículo). La demografía es un factor que marca diferencias entre entre las zonas urbanas y las zonas rurales. Las zonas rurales suelen tener una mayor proporción de personas mayores que las zonas urbanas. Esto se debe a que las poblaciones más jóvenes suelen trasladarse a las zonas urbanas en busca de educación y empleo. Sabemos que es más probable que el COVID-19 tenga graves consecuencias para la salud de las personas mayores, ya que es probable que muchas de ellas padezcan otras comorbilidades sanitarias por lo que, proporcionalmente, las zonas rurales se enfrentan a una mayor presión sobre sus sistemas sanitarios y pueden registrar tasas de mortalidad más elevadas. Sin embargo, los PIBM suelen tener poblaciones más jóvenes en general, lo que puede dar lugar a una menor tasa de mortalidad por COVID-19 que en los entornos de ingresos altos. Para más información sobre el apoyo a las personas mayores y a las personas con discapacidad, véase este recurso del Centro de Higiene.

Modalidades de socialización y comunicación - En las zonas rurales, las grandes reuniones como actos religiosos, funerales, celebraciones, días de mercado o reuniones en lugares de trabajo y escuelas siguen siendo partes fundamentales de la vida comunitaria y pueden ser más habituales que otras formas de conexión y comunicación social (por ejemplo, el uso de teléfonos móviles para comunicarse). Durante los brotes, esto puede facilitar la transmisión de formas diferentes a los patrones de transmisión en las zonas urbanas. En muchos países, los gobiernos han impuesto restricciones a las reuniones durante los brotes. No obstante, estas restricciones pueden ser más difíciles de aplicar en las zonas rurales.

Vulnerabilidad a los impactos secundarios - Las poblaciones rurales podrían ser más vulnerables a la exclusión y la discriminación debido a las desigualdades existentes entre las regiones urbanas y rurales, lo que exacerbaría los impactos secundarios del COVID-19. Por ejemplo, los habitantes de las zonas rurales suelen tener un menor poder adquisitivo que los habitantes de las zonas urbanas además de ser más probable que estén empleados en el sector informal o como trabajadores agrícolas estacionales. La combinación de estos factores implica que las familias de las zonas rurales pueden verse desproporcionadamente afectadas por las repercusiones económicas del COVID-19. Por ejemplo, las familias pueden enfrentarse a problemas de seguridad alimentaria, debido a la pérdida directa de ingresos o a la reducción de las remesas procedentes de familiares de otras regiones. Las zonas rurales pueden tener un mayor riesgo de escasez de alimentos, debido a las restricciones de viaje y al impacto de COVID-19 en las cadenas de suministro. Las zonas rurales también pueden sufrir escasez de suministros de otros artículos clave, como jabón, desinfectante, mascarillas, cloro o guantes.

¿Cuáles son los retos de los programas de prevención de COVID-19 en las zonas rurales?

Acceso a instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón - En las zonas rurales, a menudo se carece de acceso a instalaciones adecuadas para lavarse las manos en casa y en centros sanitarios, escuelas, lugares de trabajo y zonas públicas. Se calcula que , en todo el mundo, el 45% de la población rural no tiene acceso a una instalación básica para lavarse las manos con agua y jabón en casa; esta disparidad aumenta hasta el 81% en los países de renta baja (PRBM). La siguiente figura muestra la disparidad en la disponibilidad de instalaciones para el lavado de manos entre los contextos rurales y urbanos en varios países.

Las poblaciones urbanas también tienen muchas más probabilidades que las rurales de disponer de jabón en el hogar, como se muestra en la siguiente figura. La reducida disponibilidad tanto de jabón como de instalaciones para lavarse las manos exige que las iniciativas de respuesta inviertan mucho en productos e infraestructuras para posibilitar las buenas prácticas.

Acceso fiable al agua - Es esencial para garantizar un lavado de manos y una limpieza adecuados. En las zonas rurales, el acceso a suministros básicos de agua es menor que en las zonas urbanas: el 81% de la población tiene acceso a suministros básicos de agua en las zonas rurales, frente al 97% en las zonas urbanas. Sólo el 60% de las personas que viven en zonas rurales tienen acceso a un suministro de agua en sus instalaciones (frente al 88% en las zonas urbanas). Además, las zonas rurales tienen más dificultad para acceder a un suministro de agua en un momento de necesidad (sólo el 68% de las personas que viven en zonas rurales disponen de agua cuando la necesitan, frente al 86% en las zonas urbanas). La disponibilidad de agua en las zonas rurales puede verse aún más limitada por una limitada fiabilidad del suministro debido a la escasa funcionalidad de los puntos de agua y a la cantidad variable de agua. Un suministro de agua poco fiable puede aumentar el riesgo de transmisión, al reducir el agua disponible para lavarse las manos, y aumentar el tiempo que se pasa haciendo cola para conseguir agua. Es probable que la disponibilidad de agua varíe con el tiempo, siendo más restringida en una larga estación seca o tras fenómenos meteorológicos extremos. Estos fenómenos extremos siguen produciéndose durante el COVID-19 y suelen afectar gravemente a las poblaciones rurales. Por ejemplo, en Bangladesh, tras el ciclón Amphan en mayo de 2020, los suministros de agua sufrieron daños que restringieron aún más el acceso al agua potable. Las inundaciones en la misma región en julio de 2020 también redujeron el acceso al agua potable. También sabemos que la falta de fiabilidad del suministro de agua ha creado problemas durante otros brotes. Por ejemplo, en una región de la República Democrática del Congo propensa a la cólera, la disponibilidad irregular de agua provocó un aumento de la transmisión de la cólera. Es posible que las restricciones de movimiento tengan repercusiones más graves en la capacidad de las poblaciones rurales para recoger agua de los puntos de agua comunes. Además, el acceso al agua también puede ser una fuente potencial de transmisión si no se practica el distanciamiento físico en los puntos de suministro de agua públicos.

Nivel de alfabetización reducido - Las personas de las zonas rurales pueden tener un acceso reducido a la educación formal y, como consecuencia, pueden tener índices de alfabetización más bajos. Esto significa que los materiales impresos o los mensajes sobre COVID-19 serán menos adecuados para este público.

Acceso reducido a los canales de comunicación - Históricamente, los habitantes de las zonas rurales han tenido menos acceso a medios de comunicación de masas como la televisión y la radio. Esto se ha debido a puntos negros en la cobertura de la radiodifusión, a factores económicos y al acceso a las tecnologías. Sin embargo, hay indicios de que esta situación está cambiando en África y Asia, y cada vez hay más personas con acceso a estos medios. La radio, en particular, tiene ahora más posibilidades de llegar a los habitantes de las zonas rurales del África subsahariana. Del mismo modo, es menos probable que los habitantes de las zonas rurales tengan acceso a teléfonos móviles e Internet, lo que puede restringir aún más la comunicación con la población en estos momentos. Dadas estas dificultades, una de las formas más habituales de implicar a las poblaciones rurales en las actividades de promoción de la salud pública ha sido organizar reuniones o encuentros comunitarios. Sin embargo, esto presenta el riesgo de aumentar la transmisión de COVID-19. Para más información sobre los canales de comunicación, consulte nuestro recurso .

Percepción del riesgo - Dado que los casos de COVID-19 suelen originarse en zonas urbanas y que, en consecuencia, los titulares de las noticias y las actividades de respuesta suelen centrarse en las situaciones de COVID-19 en zonas urbanas, es posible que las poblaciones rurales consideren que no corren riesgo de contraer la enfermedad. En las zonas rurales puede ser útil identificar oportunidades para compartir las historias y experiencias de los casos de COVID-19 que viven en estas zonas, para que las poblaciones rurales se den cuenta de que también están en riesgo.

¿Qué debería hacerse como parte de la respuesta al COVID-19 en las zonas rurales?

En esta sección se presentan acciones prácticas que pueden llevarse a cabo en las zonas rurales durante la pandemia de COVID-19, al tiempo que se consideran acciones a más largo plazo para promover la sostenibilidad. Éstas se centran en los comportamientos preventivos clave de la COVID-19 y en la infraestructura y los productos que los apoyan.

1) Fomentar y apoyar las prácticas higiénicas

Infraestructura para el lavado de manos - Los programas deben centrarse en ampliar las instalaciones para el lavado de manos en los hogares y en lugares públicos como escuelas, lugares de trabajo, lugares religiosos y mercados. Un obstáculo en los entornos rurales puede ser el acceso a los suministros necesarios para construir una instalación y el coste de su construcción. En algunos entornos rurales, esto se ha resuelto mediante la promoción de instalaciones para el lavado de manos que pueden fabricarse con materiales disponibles localmente, como el diseño Tippy-Tap de este vídeo.

Sin embargo, las experiencias de promoción de este tipo de innovaciones en brotes anteriores o como parte de programas de promoción de la higiene a corto plazo han demostrado que, a menudo, las instalaciones fabricadas con materiales locales de bajo coste pueden no ser soluciones muy sostenibles y necesitan ir acompañadas de mecanismos de funcionamiento y mantenimiento continuos. Por lo tanto, en entornos públicos como las escuelas y los centros de salud, puede resultar rentable construir instalaciones para el lavado de manos que sean más duraderas. WaterAid ha elaborado esta guía para la construcción de instalaciones públicas para el lavado de manos. Este documento se basa en otras investigaciones que demuestran que las instalaciones para el lavado de manos deben diseñarse en colaboración con las comunidades locales, ser fáciles de usar y resultar atractivas para que resulte deseable practicar el lavado de manos. Para más información sobre la infraestructura para el lavado de manos, véase este recurso de Hygiene Hub.

Disponibilidad de jabón - En las zonas rurales no suele haber jabón en los lavamanos. Esto suele deberse a que el jabón es un artículo valioso y la gente no quiere que se desperdicie o sea robado. En estos entornos se puede facilitar el lavado de manos animando a la gente a guardar el jabón en redes o a atarlo a una cuerda, de forma que no se pueda sacar fácilmente de la instalación de lavado de manos. El agua jabonosa, elaborada a partir de la disolución de detergente en polvo y agua, es otra forma rentable y aceptable de mantener el jabón en el lavamanos. Si el suministro de jabón es un problema importante en su zona, podría valer la pena considerar la posibilidad de ayudar a los residentes locales a fabricar jabón o desinfectante de manos a base de alcohol (ABHR). Lea esta guía para obtener más información sobre cómo hacer esto y si puede ser apropiado y viable en su contexto. Aunque el ABHR ha sido menos común en las zonas rurales, aumentar su disponibilidad puede ser útil para superar las barreras que impiden limpiarse las manos cuando se está fuera de casa o cuando se realizan tareas agrícolas. También puede ser apropiado promover productos alternativos para el lavado de manos en algunos entornos.

Promoción creativa de la higiene - La promoción de la higiene debe realizarse siempre junto con la inversión en infraestructuras y productos de higiene. La promoción de la higiene en zonas que carecen de instalaciones puede resultar ineficaz. En este recurso, sugerimos algunas actividades sencillas de promoción del lavado de manos que podrían funcionar en diversos entornos. En las zonas rurales, puede resultar más difícil llegar a la población. Esto requiere que los responsables de la ejecución de los programas dediquen tiempo a evaluar qué canales de distribución pueden ser más eficaces, aceptables y seguros. Para saber más sobre cómo hacerlo, lea este recurso. En las zonas rurales, puede que sea más fácil aprovechar las estructuras de comunicación existentes (ya que las comunidades suelen estar más unidas que en las zonas urbanas) y se pueden considerar medios de comunicación como la radio o las visitas domiciliarias a distancia.

2) Garantizar que el agua sea asequible y accesible

Asequibilidad - Muchas comunidades rurales se han visto desproporcionadamente afectadas por las repercusiones económicas del COVID-19, debido al aumento del desempleo y la reducción de las remesas. Garantizar que el agua siga siendo asequible es esencial para poder mantener la higiene y prevenir así la transmisión del COVID-19 y reducir otros impactos sobre la salud. Algunos países han renunciado a las facturas del agua o han proporcionado subsidios para el agua durante la pandemia. Otros países han cambiado para permitir el pago digital del agua, de modo que se puedan minimizar las interacciones humanas al tiempo que se apoya la planificación financiera y las subvenciones. Sin embargo, estos enfoques suelen beneficiar únicamente a quienes tienen acceso a agua corriente (probablemente una proporción menor de la población en las zonas rurales). En las zonas rurales, la respuesta al COVID-19 debe priorizar la reducción de los pagos por servicios esenciales de agua. La gestión de la asequibilidad también requiere tener en cuenta la sostenibilidad financiera, ya que la reducción de los ingresos, como se ha visto en algunos países, puede afectar a la capacidad de los proveedores de servicios de agua más pequeños para costear el tratamiento y el mantenimiento continuos.

Acceso - La distancia y el tiempo para recoger agua pueden afectar a la cantidad de agua utilizada por un hogar. Durante el punto álgido de la pandemia de COVID-19, algunos gobiernos se centraron en construir nuevas infraestructuras para el suministro de agua con la intención de llegar a las regiones desatendidas; aumentar los esfuerzos de mantenimiento para arreglar las instalaciones de agua existentes pero dañadas; y en trabajar con el sector privado para cubrir las lagunas clave en el suministro de agua a corto plazo. En algunas zonas rurales se ha señalado que la accesibilidad a piezas y materiales es un problema que limita la capacidad de reparar puntos de agua dañados. En las zonas rurales, la respuesta de COVID-19 debería dar prioridad al mantenimiento de los puntos de agua existentes pero dañados, y tener en cuenta la disponibilidad de materiales. A largo plazo, también debería incluir la construcción de más puntos de agua (sobre todo en las zonas en las que actualmente la gente viaja más de 30 minutos para recoger agua) y proporcionar más formación sobre cómo construirlos y mantenerlos.

3) Reducir el riesgo de transmisión en espacios públicos

Durante los brotes, cualquier entorno en el que se congreguen personas crea riesgos de transmisión por COVID-19. Sin embargo, puede seguir siendo necesario que las personas visiten determinados lugares, como mercados, centros de distribución y centros sanitarios, para tener acceso a alimentos, agua, artículos de primera necesidad para el hogar, atención sanitaria o para mantener los ingresos de su familia. En las zonas rurales, esto significa que las personas pueden seguir necesitando desplazarse en transporte público para mantener a sus familias y participar en actividades económicas. Entre las medidas para apoyar los desplazamientos esenciales al tiempo que se gestionan los riesgos de transmisión se incluyen:

Promoción de las mascarillas de tela: Muchos países están promoviendo el uso de mascarillas faciales en entornos públicos donde el distanciamiento físico puede ser difícil de mantener. Para una comprensión más profunda de las directrices y evidencias en torno al uso seguro de mascarillas, véanse las directrices de la OMS sobre CIP, actualizadas en enero de 2023. Durante los brotes en zonas rurales, los esfuerzos iniciales deben centrarse en aumentar la disponibilidad de mascarillas. Esto podría incluir iniciativas para alentar a los grupos comunitarios locales a fabricar y vender mascarillas faciales de tela.

Soluciones locales para fomentar el distanciamiento físico: Hay una serie de medidas de bajo coste que pueden introducirse para fomentar el distanciamiento físico en entornos rurales. Entre ellas se incluyen marcadores físicos y estímulos ambientales (señales sencillas para influir en el comportamiento) en lugares públicos. En estos lugares también deberían existir puestos de higiene de manos o dispensadores de gel hidro alcohólico o desinfectante, con procesos claros que establezcan a quién pertenece la responsabilidad de mantener la instalación y rellenar el jabón y el agua o el desinfectante. A continuación se ofrecen algunos ejemplos de medidas de distanciamiento físico en entornos rurales:

● La OIM en Etiopía clavó palos pintados en el suelo, para marcar las medidas de distanciamiento físico (como se muestra en la foto de abajo) y construyó instalaciones para lavarse las manos en los puntos de agua para reducir el riesgo de transmisión en los puntos de agua rurales.

Fuente: OIM Etiopía

● En Kenia, la imagen de abajo se colocó en puntos de agua rurales para ayudar a la gente a entender a qué distancia deben separarse.

Fuente REACH

● Para fomentar la práctica de la higiene de manos entre los alumnos filipinos, las escuelas adoptaron codazos ambientales, como huellas pintadas en el suelo que conducen a los puestos de lavado de manos, pegatinas con flechas que señalan hacia la jabonera y "ojos vigilantes" encima de los lavabos.

  • En Myanmar, varios municipios regionales adaptaron sus mercados locales para facilitar el distanciamiento físico. En algunos casos, esto requirió trasladar los mercados a espacios más amplios e imponer restricciones que permitían únicamente a vendedores locales vender en el mercado y delimitar su zona en el terreno, garantizando así que vendedores y consumidores pudieran permanecer a distancia.

Un mercado adaptado en una pequeña ciudad de Myanmar. Fuente: The Irrawaddy

Distribución segura de bienes - A medida que el impacto económico del COVID-19 hace mella en las poblaciones rurales, muchos gobiernos locales u organizaciones de respuesta pueden considerar la distribución de artículos de primera necesidad en zonas rurales. Estas distribuciones deben gestionarse con cuidado para que no se conviertan involuntariamente en focos potenciales de transmisión. Para obtener ideas sobre cómo llevarlas a cabo de forma segura, consulte este recurso.

Trabajar con grandes empleadores en zonas rurales - El 75% de las personas más pobres del mundo trabajan en la agricultura y esto representa una gran parte de las poblaciones rurales en los PIBM. Los trabajadores agrícolas estacionales pueden verse desproporcionadamente afectados por COVID-19. La adopción de medidas preventivas para reducir la transmisión de COVID-19 requerirá la colaboración con los empleadores agrícolas u otros grandes empleadores de las zonas rurales. La OMS y la Administración de Seguridad y Salud en el Trabajo han elaborado orientaciones generales sobre las medidas que pueden adoptar los lugares de trabajo para reducir la transmisión y el riesgo para los empleados. En el caso del trabajo agrícola, las adaptaciones específicas pueden incluir el suministro de mascarillas, la provisión de estaciones adicionales para lavarse las manos o desinfectarse, la desinfección periódica de los equipos y la adaptación de los turnos, el alojamiento y el transporte, de modo que formen siempre el mismo grupo de trabajadores para reducir al mínimo el número de interacciones que tiene cualquier miembro del personal.

Fomentar los sistemas de apoyo comunitarios

En las zonas rurales, las comunidades suelen estar estrechamente unidas y es más probable que la gente tenga grupos sociales fuertes y sistemas de apoyo establecidos para hacer frente a los retos y necesidades locales. Existen oportunidades para aprovechar y trabajar con estos sistemas existentes, para permitir una respuesta eficaz al COVID-19 y contribuir a la resiliencia a largo plazo. Trabajar con las comunidades para identificar personas o familias que podrían verse afectadas de manera desproporcionada por el COVID-19 es una opción muy viable. Esto podría incluir a las personas propensas a contraer la enfermedad y personas propensas a formas más graves de la enfermedad, como las personas mayores o las personas con enfermedades preexistentes, así como a las familias que puedan verse desproporcionadamente afectadas por los impactos secundarios del COVID-19. Discuta con los líderes de la comunidad la mejor manera de apoyar a estas familias. Por ejemplo, en muchos condados, se pide a las personas mayores y a las personas con enfermedades preexistentes que se "protejan" para reducir las probabilidades de contraer el COVID-19. En tales circunstancias, hemos visto gente voluntaria que se ofrece para ayudar a las personas mayores y a las personas con enfermedades preexistentes. Para ello, hemos visto desarrollarse redes de voluntarios que desempeñan un papel importante en el suministro de agua, alimentos y medicamentos para que estas personas puedan mantener el distanciamiento físico.

Conecte su programa con otros servicios

Como ya se ha mencionado, es probable que los habitantes de las zonas rurales sufran una serie de efectos secundarios por COVID-19 y es posible que muchos de ellos tengan ya otros problemas a los que hacer frente. Antes y durante la ejecución de su programa de respuesta al COVID-19, asegúrese de colaborar con las comunidades y comprender sus necesidades, retos y soluciones locales. En la medida de lo posible, intente vincular sus acciones con otros servicios comunitarios (como atención primaria de salud, programas de nutrición, servicios de salud materno-infantil) prestados por gobiernos, grupos de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales, para asegurarse de que juntos están abordando todas las necesidades locales.

¿Crea el COVID-19 oportunidades para mejorar la resiliencia de las comunidades rurales?

El COVID-19 nos ha brindado la oportunidad de aumentar la resiliencia en las zonas rurales frente a futuros brotes y reducir la carga persistente de enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias y enfermedades tropicales desatendidas. Los mensajes públicos y la priorización de las prácticas de lavado de manos e higiene durante la pandemia pusieron de relieve la necesidad de hacer más para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con el agua, el saneamiento y la higiene (Objetivo 6). La pandemia ha llevado a la OMS y a UNICEF a crear la iniciativa Hand Hygiene For All (Higiene de las manos para todos ), que establece un plan de respuesta ante el COVID-19, reconstruir y reinventar el estado de la higiene a nivel mundial. Dentro de esta iniciativa, se reconoce que cambiar el estado de la higiene y aumentar la resiliencia frente a las enfermedades requiere un enfoque coordinado y estratégico combinado:

  • Acciones de promoción para influir en la política nacional

  • Acción local a gran escala para crear un cambio normativo

  • Inversión financiera y en infraestructuras para crear un entorno propicio

  • Investigación, aprendizaje y seguimiento de los programas para mejorar la calidad de la aplicación.

La iniciativa "Higiene de las manos para todos" también subraya la necesidad de actuar en una serie de entornos, entre ellos:

  • Centros sanitarios

  • Escuelas y guarderías

  • Centros de trabajo y edificios comerciales

  • Refugiados, inmigrantes y otros campamentos

  • Centros penitenciarios

  • Mercados y establecimientos alimentarios

  • Centros de transporte, lugares de culto y otros espacios públicos

  • Centros de cuidados de larga duración

  • Hogares

Este marco más amplio es particularmente relevante para pensar en el desarrollo de la resiliencia en las zonas rurales, ya que estas regiones han sido históricamente más difíciles de alcanzar con los servicios, la infraestructura y los programas de agua, saneamiento e higiene. Por ejemplo, ahora tenemos la oportunidad de abogar por la financiación para apoyar el trabajo creativo y sostenido por un cambio conductual en el lavado de manos a nivel nacional. El renovado énfasis en la práctica integral de la CIP en los centros de salud, ha creado una oportunidad para que las partes interesadas de los servicios de salud rurales aboguen por una financiación específica para poner en funcionamiento y mantener las infraestructuras WASH con el fin de apoyar de forma sostenible las actividades recomendadas de CIP e higiene tanto para el personal como para los usuarios de los centros de salud rurales. La pandemia de COVID-19 puede crear oportunidades para mejorar los servicios rurales de agua, mediante la reparación de infraestructuras dañadas o o inoperativas, la construcción de nuevos puntos de suministro agua y el aumento de la formación para el mantenimiento y la construcción.

Nota del editor

Autores: Katrina Charles, Li Ann Ong y Robert Hope
Revisión: Balwant Godara, Peter Winch, Kondwani Chidzwizisano, Boluwatito Awe
Última actualización: 01.06.2023

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