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Consideración de la igualdad de género en los programas de promoción de la higiene
Consideración de la igualdad de género en los programas de promoción de la higiene
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Escrito por Sian White
Actualizado hace más de una semana

¿hay diferencia entre cómo afectan los brotes a hombres y mujeres?

Se sabe que los brotes de enfermedades afectan de manera diferente a hombres y mujeres. A continuación describimos algunas de las formas en que los brotes, como el COVID-19 y el Ébola, pueden tener efectos biológicos, sociales, económicos y psicológicos diferentes en hombres y mujeres. Es esencial comprender que otras características identitarias como la raza, la etnia, la situación económica y el estado de discapacidad también interactuarán con el género para exacerbar los impactos y los riesgos para algunas mujeres más que para otras. Al final de este artículo, ofrecemos consejos prácticos sobre cómo tener en cuenta el género en los programas de higiene. Se reconoce que el género no es binario, y que las diversas identidades y expresiones de género pueden verse afectadas de forma diferente por los brotes; sin embargo, a efectos de este artículo, se hace referencia a mujeres y hombres.

Diferencias de sexo y género en la infección y la mortalidad - ejemplo de COVID-19

Los hombres tienen mayor riesgo que las mujeres de presentar síntomas graves o morir a causa de COVID-19.

El COVID-19 no discrimina si de transmisión se trata. Sin embargo, los estudios indican que las tasas de mortalidad son más altas entre los hombres que entre las mujeres. De hecho, en 2022, la OMS anunció que los varones representan el 57% de las mortalidades mundiales por COVID-19. Entre las posibles explicaciones se incluyen:

Obsérvese que se han notificado diferencias de género en las tasas de infección, morbilidad y mortalidad en una serie de otras enfermedades infecciosas, como la cólera o el ébola.

Diferencias de género en la composición de los equipos de trabajo y la seguridad en el empleo

Las mujeres tienen más probabilidades de desempeñar funciones que las exponen a un mayor riesgo de infección y de soportar las consecuencias económicas de los brotes de enfermedades.

En culturas y sociedades de todo el mundo, las mujeres desempeñan un papel protagonista en la prestación de cuidados, tanto en el hogar como en los servicios sanitarios y sociales. Por ejemplo, las mujeres representan el 67% del personal del sector sanitario y social en todo el mundo. Estas funciones profesionales y asistenciales exponen a las mujeres a un mayor riesgo de infección. Este fenómeno se ha documentado en muchos brotes como el brote de Ébola en África Occidental y el brote de Zika en Sudamérica. En muchos países, se prescribe socialmente que las mujeres son las principales responsables de las tareas domésticas, como la compra y la recogida de agua, tareas que exigen que las mujeres salgan de casa durante los brotes, lo que las expone de nuevo al riesgo.

Las mujeres representan una proporción menor del mercado de trabajo mundial que se dedica al empleo formal, pero tienen más probabilidades que los hombres de trabajar a tiempo parcial y es mucho más probable que participen en el mercado laboral informal. En los países de renta baja, se calcula que las mujeres representan el 85% del sector informal. Por lo tanto, es más probable que las consecuencias económicas de los brotes de enfermedades se traduzcan en una reducción del empleo femenino, ya que los trabajadores informales o a tiempo parcial tienen más probabilidades de ser despedidos y de que se les reduzcan las horas de trabajo. A la vez, es probable que las personas que se dedican a este tipo de trabajo tengan un acceso reducido a la protección laboral. La ausencia de mecanismos de protección podría tener como consecuencia el cese inmediato de los ingresos o podría verse obligado a seguir trabajando en condiciones inseguras (por ejemplo, para los trabajadores informales los desplazamientos pueden seguir siendo esenciales y las medidas de distanciamiento físico pueden no mantenerse). Los cierres de escuelas asociados a brotes de enfermedades también pueden dificultar desproporcionadamente a las mujeres el cumplimiento de sus requisitos laborales normales, debido a que son ellas quienes realizan la mayor parte del cuidado de los niños.

Dinámica de poder, toma de decisiones y gestión gubernamental durante los brotes epidémicos..

Históricamente, las mujeres suelen participar menos en la toma de decisiones durante los brotes.

Las desigualdades existentes pueden acentuarse durante los brotes epidémicos. De hecho, esto se ha confirmado durante la pandemia del virus COVID-19 y en los brotes de ébola en África Occidental y la República Democrática del Congo, donde se consultó con menos frecuencia a las mujeres que a los hombres y, como consecuencia, sus necesidades y requisitos quedaron a menudo insatisfechos. Durante el brote del virus del Zika, las diferencias de poder entre hombres y mujeres provocaron que que las mujeres no dispusieran de autonomía sobre su vida sexual y reproductiva. En todo el mundo, las mujeres están infrarrepresentadas en la política y en los puestos directivos de los lugares de trabajo, por lo que sus voces tienen menos posibilidades de hacerse oír durante los brotes epidémicos. De hecho, en 2020, solo el 3,5% de los grupos de trabajo de COVID-19 mostraban igualdad de género. Es probable que esta tendencia contribuya a la falta de programas de protección social con perspectiva de género en todo el mundo. Estos mismos patrones también se observan en los servicios sanitarios. A pesar de que las mujeres representan la mayoría del personal sanitario mundial, están infrarrepresentadas en los altos cargos sanitarios. Los departamentos de agua o los servicios de abastecimiento de agua desempeñan un papel esencial durante los brotes, ya que el acceso al agua permite las prácticas de higiene a nivel comunitario; sin embargo, también en este sector las mujeres han estado históricamente infrarrepresentadas. Además, las mujeres representan el 82% de la fuerza laboral en cuanto a profesiones de limpieza se refiere, incluida la limpieza y el mantenimiento de instalaciones públicas de agua, saneamiento e higiene o de instalaciones de agua, saneamiento e higiene en escuelas y centros de salud, lo que las expone a un mayor riesgo de contraer enfermedades.

Violencia doméstica y de género

En tiempos de crisis, las mujeres y las niñas pueden estar más expuestas a la violencia sexual o de pareja.

Se ha documentado un aumento de los índices de violencia durante brotes y catástrofes anteriores y entre las personas desplazadas o que viven en países afectados por emergencias complejas. Por ejemplo, las revisiones sistemáticas han calculado que 1 de cada 5 mujeres desplazadas ha sufrido violencia sexual. De hecho, la Línea Nacional de Ayuda contra el Maltrato Doméstico del Reino Unido fue testigo de un aumento del 65% de las llamadas durante los tres primeros meses de la pandemia de COVID-19. Debido al estigma y a la falta de denuncias, la cifra real puede ser mucho mayor. Entre las razones del aumento de las tasas de violencia doméstica se encuentran:

  • Aumento de las tensiones en el hogar. Esto puede deberse a tensiones económicas, traumas (por ejemplo, la pérdida de un ser querido) o simplemente a pasar períodos prolongados dentro de los confines del hogar.

  • Apoyo reducido. Las estructuras comunitarias y los sistemas jurídicos existentes que normalmente apoyarían a las mujeres y las niñas pueden carecer de fondos y de capacidad y, por lo tanto, debilitarse y volverse disfuncionales.

El riesgo de violencia contra las mujeres y las niñas puede ser mayor en entornos con sistemas sanitarios deficientes, un Estado de derecho débil y desigualdades de género. Las mujeres y las niñas también están más expuestas a la violencia por otros aspectos de su identidad. Por ejemplo, las mujeres y niñas con discapacidad, o las mujeres y niñas indígenas o de minorías étnicas son más vulnerables a los abusos sexuales y la explotación. También es probable que la violencia sexual y física contra hombres y niños aumente durante las crisis, pero históricamente se ha documentado muy poco.

El cierre de escuelas y lugares de trabajo puede aumentar el riesgo de que las adolescentes se vean expuestas a diferentes formas de explotación y abuso sexual, y al matrimonio precoz. En lugares con escasez de agua, las mujeres y las niñas pueden verse obligadas a mantener relaciones sexuales transaccionales para obtener agua suficiente (para más información sobre este tema, véase este vídeo). Durante los brotes, las familias tendrán una mayor demanda de agua para satisfacer las crecientes necesidades de higiene, por lo que es posible que esta situación haga que las mujeres y las niñas sean más vulnerables a esta forma de abuso.

En varios países, durante la pandemia de COVID-19, el personal sanitario (en su mayoría mujeres) ha sido objeto de violencia, abusos y ostracismo, y se le ha acusado de propagar el COVID-19 en las comunidades. La violencia contra el personal sanitario no es un fenómeno nuevo y se ha observado en otros brotes como la crisis del ébola en África Occidental. Es posible que las organizaciones y las iniciativas de respuesta deban estudiar cómo mitigar los riesgos de violencia hacia estos trabajadores cuando se desplazan hacia y desde las zonas de trabajo y cuestionar las ideas erróneas a través de las interacciones con la comunidad. Para más información sobre la relación entre la violencia doméstica y el COVID-19, véase esta revisión sistemática. Para reflexiones sobre las lecciones aprendidas sobre la violencia de género en los brotes de enfermedades y las crisis humanitarias en general, véase este documento.

Disminución de servicios clave

Otros servicios sanitarios clave pueden verse comprometidos, lo que supone un riesgo desproporcionado para las mujeres.

La financiación de la atención sanitaria durante las crisis suele priorizarse para satisfacer los aumentos urgentes de las necesidades críticas, lo que puede poner en peligro otros servicios sanitarios importantes. El miedo entre las comunidades y las cuarentenas o restricciones de distanciamiento físico también pueden provocar que la gente esté menos dispuesta a acceder a la atención sanitaria por otros motivos. La salud sexual y reproductiva, la atención materna y neonatal y los programas de vacunación son algunos de los servicios sanitarios clave que suelen verse comprometidos durante los brotes, lo que suele tener repercusiones a largo plazo en la salud de las mujeres y los niños. Por ejemplo, en las epidemias de ébola y zika se produjo un aumento de la morbilidad y la mortalidad maternas, así como de los abortos inseguros.

La gestión de la higiene menstrual también puede verse comprometida durante los brotes. Durante la pandemia de COVID-19, vimos cómo la gente compraba productos sanitarios desmesuradamente, lo que limitaba a muchas personas el acceso a éstos. En otros contextos, el impacto económico de los brotes puede significar que las mujeres y las niñas tengan menos posibilidades de comprar productos para la gestión de la higiene. En entornos donde existen estigmas y tabúes en torno a la menstruación, estas barreras pueden correr el riesgo de no ser denunciadas ni discutidas.

Las mujeres también tienen más probabilidades que los hombres de sufrir una discapacidad, y las personas con discapacidad suelen tener peor acceso a la asistencia sanitaria y peores resultados en materia de salud que las personas sin discapacidad. Además, un estudio realizado en el Reino Unido reveló que el riesgo de sufrir violencia, un factor determinante clave para la búsqueda de asistencia sanitaria, es 3,5 veces mayor en las personas con discapacidad. Véase este estudio de Vanuatu para más información sobre la intersección entre discapacidad y género. Las barreras de acceso a la atención sanitaria entre las mujeres con discapacidad suelen ser más pronunciadas que entre los hombres. Es probable que estas desigualdades existentes se agraven durante los brotes de enfermedades, cuando los sistemas sanitarios están al límite de su capacidad. De hecho, según CARE International, alrededor del 38% de las mujeres señalaron la falta de acceso a los servicios sanitarios entre los retos más importantes a los que se enfrentaron a lo largo de la pandemia de COVID-19. Estas barreras en el acceso a la atención sanitaria se están reflejando en las brechas de género en las tasas de vacunación contra el COVID-19 notificadas por algunos países. Por ejemplo, en 2021, sólo el 30% de las mujeres habían recibido su primera dosis en Burundi, en comparación con el 70% de los hombres.

¿Existen diferencias de género en los trastornos mentales asociados a los brotes?

Las mujeres pueden tener más riesgo de desarrollar estrés postraumático en respuesta al brote.

Por ejemplo, tomando como ejemplo el COVID-19, un estudio realizado en China descubrió que los síntomas asociados al estrés postraumático eran mucho mayores en la población tras el brote de COVID-19. También descubrieron que las mujeres eran más propensas que los hombres a mostrar síntomas de estrés postraumático y a tener dificultades para dormir. Un estudio reciente realizado en Sudáfrica corroboró estos hallazgos, informando de tasas significativamente más altas de trastorno de estrés postraumático en mujeres que en hombres.

¿Qué medidas nacionales pueden adoptar los países para reducir el impacto diferencial de género durante los brotes? - ejemplo de COVID-19

El informe de la OMS"2020 Gender and COVID-19 Advocacy Brief" sugiere que todos los países adopten las siguientes medidas generales en relación con la consideración del género dentro de sus estrategias de respuesta a COVID-19:

  • Los casos y muertes por COVID-19 deben desglosarse por sexo y edad. También deben buscarse datos desglosados sobre los diferentes efectos adversos sanitarios, sociales y económicos del COVID-19 en mujeres y hombres. Los resultados de estos análisis deben utilizarse para ajustar las políticas de respuesta.

  • Los países deben incluir las respuestas a la violencia contra las mujeres, y en particular la violencia de pareja, como un servicio esencial dentro de la respuesta COVID-19.

  • Los países deben mantener la disponibilidad y el acceso equitativo a los servicios de salud sexual y reproductiva e incluirlos en el paquete esencial de servicios sanitarios para la respuesta al COVID-19.

  • Se anima a los países a garantizar que todos los trabajadores sanitarios y sociales de primera línea y los cuidadores tengan acceso equitativo a formación, EPI y otros productos esenciales, apoyo psicosocial y protección social, teniendo en cuenta las necesidades específicas de las mujeres, que constituyen la mayoría de dichos trabajadores.

  • Se anima a los países a eliminar las barreras financieras y de otro tipo a los servicios de pruebas y tratamiento de COVID-19, haciéndolos gratuitos en el punto de uso, así como proporcionando un acceso equitativo a otros servicios sanitarios esenciales.

  • Se anima a los países a proporcionar acceso a agua potable e instalaciones de saneamiento. Esto debe garantizarse en las zonas desfavorecidas, como las comunidades rurales y los asentamientos informales.

  • Se anima a los países a proporcionar redes de seguridad para mitigar los efectos sociales y económicos adversos además de las desiguales durante la pandemia, incluidas las bajas por enfermedad y las prestaciones por desempleo. Estas medidas son fundamentales para apoyar las medidas de contención.

  • Se anima a los países a subrayar que la salud es un derecho humano, a garantizar que las respuestas de emergencia al COVID-19 sean inclusivas y no discriminatorias, y a evitar un uso excesivo de los poderes de emergencia para regular la vida cotidiana. Los países también deben tomar medidas para identificar y contrarrestar las prácticas estigmatizantes y discriminatorias en las respuestas al COVID-19.

Tenga en cuenta que muchos de los principios y actividades anteriores pueden aplicarse a otros programas de respuesta a enfermedades. Para más información sobre la promoción, consulte nuestro recurso aquí.

Acciones prácticas para que los programas de higiene incluyan la perspectiva de género

A continuación sugerimos varias acciones sencillas para asegurarse de que su programa de respuesta a las enfermedades atiende las necesidades mujeres, hombres, niñas y niños de su comunidad.

Asegúrese de que el personal de promoción de la higiene incluya una mezcla de mujeres y hombres. Es importante que los miembros de la comunidad se sientan capaces de hablar abiertamente con el personal de promoción de la higiene y expresar sus preocupaciones. Contar con equipos de promoción de higiene mixtos puede ser una forma clave de conseguirlo. Si sigue realizando la promoción de la higiene casa por casa, recomendamos que los promotores de la higiene trabajen siempre en parejas. Esto ayudará a mantener la calidad de su trabajo (ya que las parejas pueden retroalimentarse mutuamente) y es importante para la protección. Por ejemplo, dos personas pueden ser más capaces de discutir y responder a cualquier problema que observen en las familias que visitan.

Consultar a mujeres, hombres, niñas y niños. Para que los programas de higiene sean eficaces es necesario consultar continuamente a la comunidad. Esto puede ser difícil de implementar en este momento, dado que se anima a las organizaciones a minimizar las interacciones en persona. Le sugerimos que establezca una serie de mecanismos que le permitan seguir colaborando con las comunidades a medida que avance la crisis.

Conocer los servicios locales de apoyo a las mujeres y las familias. Asegúrese de que el personal de promoción de la higiene tiene una lista de los servicios disponibles en la zona a los que puede remitir a las personas. Puede tratarse de servicios de salud mental, servicios de medicina general, servicios de salud sexual y reproductiva, centros de acogida de mujeres o servicios de protección y programas de ayuda económica. Asegúrese de consultar a las organizaciones que prestan estos servicios, para saber cómo pueden haber ajustado sus servicios tras el inicio del brote. Cuando falten estos servicios, defienda su importancia.

Implicar a las organizaciones locales. En la mayoría de los entornos existen organizaciones y redes locales de apoyo a las mujeres. Esto puede incluir organizaciones de personas con discapacidad o redes locales de apoyo a las personas mayores. Es probable que estos grupos representen una voz de confianza dentro de las comunidades y pueden ayudar a sus organizaciones a adaptar la programación al contexto local. Trabajar con estos grupos también puede permitir que ciertas iniciativas se mantengan más allá del brote.

Considere cómo su programa de respuesta puede contribuir o cuestionar los estereotipos de género. Durante los brotes, es probable que la promoción de la higiene utilice materiales de comunicación visuales y medios de comunicación en masa. El diseño de estos materiales debe tener en cuenta las cuestiones de género. WaterAid ha elaborado algunas orientaciones útiles sobre qué hay que hacer y qué no para elaborar materiales que tengan en cuenta las cuestiones de género durante la pandemia de COVID-19. Por ejemplo, sugieren que se garantice un equilibrio entre hombres y mujeres en la elaboración de los materiales. Por ejemplo, sugieren garantizar el equilibrio de género en las imágenes y evitar estereotipos que muestren a las mujeres y las niñas como las únicas responsables de las prácticas de higiene en el hogar. Es importante que los programas de higiene no creen una carga de trabajo poco realista para las mujeres y las niñas. Las mujeres y las niñas suelen tener acceso a fuentes de información diferentes de las de los hombres y los niños, por lo que puede ser necesario utilizar diversos canales de distribución para garantizar que nadie quede excluido. Por ejemplo, muchas organizaciones están utilizando la mensajería a través del teléfono móvil como forma de llegar a la gente durante las respuestas al COVID-19, pero las mujeres siguen teniendo muchas menos probabilidades que los hombres de poseer un teléfono móvil.

Compruebe que consigue llegar de forma efectiva a mujeres, niñas, hombres y niños, y que consigue su participación. Cuando supervise sus programas, recopile datos desglosados por sexo para asegurarse de que sus programas son inclusivos. Por ejemplo, si ha establecido una línea telefónica directa, puede registrar información sobre el número de hombres que llaman en comparación con el de mujeres. Si realiza visitas domiciliarias, podría registrar con qué miembros de la familia se habló. Asegúrese también de establecer medidas que permitan conocer la opinión de las comunidades. Al hacerlo, puede que tenga que buscar activamente opiniones de hombres, mujeres, niñas y niños. Asegúrese de incluir también las opiniones de otros grupos que puedan ser vulnerables a la exclusión y la discriminación, como grupos minoritarios, personas mayores y personas con discapacidad y grupos indígenas.

Permitir que las mujeres y las niñas practiquen una gestión segura de la higiene menstrual (MHM). Se pueden adoptar las siguientes medidas para promover el acceso a los productos y permitir una gestión segura de la higiene menstrual. Hay más ideas disponibles en este recurso de UNICEF y en este seminario web. Aunque los recursos se centran en COVID-19, los principios y las actividades pueden aplicarse durante otras formas de crisis.

  • Si el suministro de productos sanitarios es limitado o esporádico en su entorno, considere la posibilidad de distribuir estos productos a mujeres y niñas. Si se decide hacerlo, hay que tener en cuenta las variaciones en las preferencias personales relacionadas con los productos sanitarios y el efecto que la distribución podría tener en los mercados. En las distribuciones también debe considerarse la posibilidad de dar prioridad a los grupos de la comunidad que puedan tener más probabilidades de carecer de acceso en este momento. Esto podría incluir al personal sanitario femenino que pueda tener dificultades para gestionar su menstruación de forma higiénica a causa de una mayor carga de trabajo y de las medidas adicionales de EPP que se aplican.

  • Considerar la posibilidad de establecer cajas de productos de emergencia para la gestión de la higiene en lugares clave, como centros de salud, escuelas (si están abiertas) y mercados. Los miembros de la población pueden coger de estas cajas lo que necesiten o donar si pueden.

  • Identificar a las mujeres y niñas que puedan estar aisladas debido a la enfermedad focal y asegurarse de que disponen de todo lo necesario para practicar una gestión de la higiene menstrual segura .

  • Si se establecen instalaciones sanitarias temporales, hay que asegurarse de que sean acogedoras para las mujeres, accesibles para todas las usuarias y que los baños tengan acceso a jabón, agua y un medio para desechar de forma segura los productos sanitarios. Centrarse en esto también puede ser clave en muchos centros de salud ya existentes en los que se carece de ello.

Hacer que los puntos de agua sean seguros y accesibles. Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de encargarse de recoger agua. En muchas regiones del mundo, esto puede significar que tengan que desplazarse lejos de casa, esperar en fila con otras personas y entrar en contacto con superficies (por ejemplo, los mangos de las bombas) que pueden estar contaminadas (dependiendo de las vías de transmisión de su enfermedad focal). Hacer que los puntos de agua sean más seguros y accesibles podría ayudar a proteger a las mujeres y las niñas. Considere estas sencillas acciones:

  • Si las mujeres tienen que desplazarse más de 30 minutos para llegar a un punto de agua, esto podría crear un riesgo de transmisión y significa que es poco probable que las familias dispongan de agua suficiente para lavarse las manos con regularidad. Considere la posibilidad de financiar o abogar por un mayor suministro de agua. Empiece por identificar "victorias rápidas", como reparar puntos de agua disfuncionales, promover la recogida de agua de lluvia o animar a la gente a almacenar agua de diferente calidad en casa (por ejemplo, el agua superficial o el agua no potable puede utilizarse de forma segura para lavarse las manos).

  • Dependiendo de la ruta de transmisión, establecer medidas físicas de distanciamiento en los puntos de agua más utilizados. En muchos países, la gente hace "cola de bidones". Se trata de colocar el bidón en fila detrás de los demás y esperar el turno. Este tipo de sistema puede aprovecharse al máximo durante los brotes para que la gente no tenga que estar cerca de los demás mientras hace cola para conseguir agua. Alternativamente, se pueden utilizar señales sencillas en el entorno físico para recordar a la gente que se coloque a 1 m de distancia. Las señales pueden pintarse sobre hormigón o piedras, o puede colocarse un pequeño trozo de madera a lo largo de un camino.

  • Instalar lavamanos en los puntos de agua. Cuando la gente utiliza los puntos de agua, es probable que tenga que tocar superficies (como grifos o mangos de bombas) con las que otras personas han estado en contacto. Exigir a todos que se laven las manos con jabón antes de tocar estas superficies puede reducir la contaminación.

  • Intentar aprovechar el brote como una oportunidad para redistribuir las responsabilidades de recogida de agua de forma más equitativa entre los hogares y las comunidades. Esto requiere mensajes dirigidos a todos, no sólo a las mujeres, y trabajar con los líderes locales para crear un cambio a largo plazo.

Otros recursos sobre la consideración del género en los programas de respuesta a las enfermedades

Nota del editor:

Autor: Sian White
Revisado por: Jane Wilbur, Bethany Caruso, Pryia Nat, Chelsea Huggett
Última actualización: 01.03.2023

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